Una de las muchas razones por las cuales me animé a escribir para ustedes y para la comunidad que tengo en redes sociales fue para conectar con mis emociones, descubrí que al hacerlo me sentía mejor conmigo misma y veía la vida con más entusiasmo.
¿Cómo una práctica tan sencilla que no me llevaba mucho tiempo podía cambiar mi estado de ánimo por el resto del día?
Después de aproximadamente cuatro años que escribo para este medio, a diario trato de redactar algún pensamiento o párrafo, y es muy satisfactorio tener ese “shot” de energía que me levanta el ánimo y me hace sentir mejor.
Todo se vuelve más fácil de procesar, de cumplir, de entender cuando tenemos una mejor actitud hacia la vida y cuando nos enfocamos con optimismo.
¿Cómo lograr ser positivo en un mundo tan lleno de complicaciones? La verdad no hay respuesta adecuada; sin embargo, creo que todo se resume a querer serlo, a entender que las cosas sucederán y está en nosotros decidir cuánto nos afectarán o cómo las vamos a enfrentar.
Con la confianza en los cielos:
Aunque no la tengamos desarrollada al cien por ciento, actuemos, hablemos y comportémonos como si no pudiéramos fallar. Si nos esforzamos, nuestra actitud y estado de ánimo mejorará automáticamente.
Sin comparación por favor:
Dejémonos de comparar, pues siempre habrá alguien más… La lista es interminable, la comparación tan solo genera estrés y ansiedad. La única comparación o, más bien, el único sistema de medición es el que tenemos con nosotros mismos y no para juzgarnos, sino para rendirnos cuentas y ver nuestro progreso.
Vuelve al presente:
Nos encanta divagar, viajar en el tiempo e imaginar momentos negativos, generando miedo al futuro, así que aterricemos a la realidad, hagamos las cosas que sí podemos y lo que está en nuestras manos.
Enfócate ya:
Si queremos ser más positivos y tener más confianza, tenemos que centrarnos en las cosas que están bajo nuestro control. La mejor manera es definir claramente nuestros objetivos, no procrastinar y hacer el gran esfuerzo de no despistarnos o desviarnos. Al cumplir las pequeñas tareas obtendremos la sensación de dirección, de ser nosotros quienes estamos al mando de la situación.
Alimenta y educa tu mente:
Una mente más optimista requiere de unos hábitos saludables en cuanto a la información que digerimos; de la calidad de nuestros pensamientos depende la calidad de nuestras emociones. Centremos nuestra atención, nuestro lenguaje interior y filtremos la cantidad y calidad de los mensajes que recibimos.
Muévete, sin energía no hay vida:
Hacer deporte es vital porque no es solamente una cuestión de mantenerse bien físicamente, ejercitarnos tiene innumerables beneficios en nuestra salud, en nuestra mente y en nuestra actitud que nos llevarán a desarrollar nuevas habilidades y, por ende, a sentirnos mejor.